miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo 24: McDonald's, cine, shopping, cena y unos cuantos WhatsApp’s


Fuimos a un McDonald’s del centro. Pedimos y no tardaron nada en servirnos, aunque había bastante gente.
Blas: Han dicho que pasado mañana le dan el alta a Mirian, ¿no?
Alba: No, el domingo.
María: Si le dan el alta, me voy a Sevilla. No aguanto más sin verle.
Dani: Enamorada de la vida.
Empezamos a comer. Hablamos de todo un poco. Terminamos de comer.
Irene: ¿A dónde vamos?
Leti: A donde queráis.
María: A mí, me da igual.
Carlos: ¿Queréis que vayamos al cine?
Irene: Sí, buena idea.
María: Pero yo antes, me iré a cambiar a casa y a dejar la bolsa y todo.
David: Si quieres te acompaño.
María: Vale.
Álvaro: Nosotros vamos yendo a Príncipe Pío. Si eso, cogemos la peli de las 18:00h. para que os de tiempo a venir.
David: Genial. Ahora venimos.
Los chicos se fueron directos a la parada del autobús. David y yo, a por el coche suyo.
María: Elena, espera. Dame las llaves, que yo no las tengo.
Elena se acercó y me las dio.
David: Bueno tú me indicas por dónde vamos.
María: Perfecto. Gracias.
David: De nada, guapa.
Le dije donde estaba el apartamento. Llegamos muy pronto.
David: Bueno, cuando termines, bajas.
María: No seas tonto, sube, anda.
David: Pero que de verdad, no pasa nada. Me quedo aquí.
María: No te dejo que te quedes aquí. Sube.
Al final David subió. Le ofrecí beber y comer algo, pero no quiso. Luego puso la televisión. Yo, mientras, me vestía. Me puse un vestido, blanco y la parte del vuelo, abajo, floreado. Muy bonito. Luego, unas cuñas, preciosas, que me había regalado Sergio. Me fui al baño a adecentarme. Me peiné mejor y me maquillé un poquito. Cuando terminé llamé a Sergio.
Sergio: Preciosa mía, ¿qué tal todo?
María: Todo bien. He venido al apartamento a cambiarme y ahora iremos al cine. Que hemos quedado con los chicos estos que te dije que habían conocido y son majísimos.
Sergio: Disfruta.
María: Gracias, y ¿tú qué? ¿Qué tal el día?
Sergio: Agotador, nos han machacado en el entrenamiento, me pasaré la tarde viendo la tele.
María: Genial. Luego, cuando termine la peli y venga al apartamento te llamo, ¿va?
Sergio: Vale. Te amo.
María: Yo más.
Salí del baño. David seguía recostado en el sofá. Eran las 16:45h. Llamamos a los chicos pero nadie contestaba. Iban a coger el metro y demás y por eso no tenían cobertura. No sabíamos dónde estaban así que decidimos quedarnos a ver un poco la tele.
David: Qué guapa.
María: Gracias. ¿Quieres beber algo?
David: No, gracias.
María: ¿Y comer?
David: Tampoco. Anda, siéntate y vemos un rato la tele, a ver si ven estos las perdidas y nos llaman o algo.
María: Vale.
Estuvimos viendo un documental de animales salvajes.
David: Cuando era pequeño, mis padres me compraron un perro. Le torturaba, porque yo quería un león.
Me reí. Seguimos viendo el documental. Se nos pasó el rato muy rápido. Eran las 17:15h.
María: ¿Y si llamo a Irene? Ya habrán llegado.
David: Te incomodo, ¿verdad?
María: Para nada. Estoy muy a gusto contigo. Pero habíamos quedado en ir al cine.
David: Lo sé. ¿A quién quieres que llame?
María: Tranquilo. Llamo yo a Irene, si no contesta, llama a Carlos, o a Dani.
Llamé a Irene. Ya estaban allá, nos habían comprado las entradas y estaban en el McDonald’s comiéndose un McFlurry. Bajamos y me monté adelante del coche. Llegamos pronto. Aparcamos en la calle. Entramos rápido, porque eran las 17:50h.
David: Llegamos seguro.
María: Sí, lo que no sé es dónde nos estarán esperando.
David: Vamos rápido. Así llegamos aún antes.
María: Va. ¿Echamos una carrera?
David: Venga.
María: Pero no vale. Yo llevo zapatos y me voy a matar.
Nos reímos.
David: Bueno, pues te dejo distancia.
Entramos. Estaban todos en la entrada de los cines esperándonos. Vimos la peli, al terminar la película estuvimos en las tiendas de P.P. y luego cenamos en un restaurante del Centro Comercial. Era tarde. Las 22:30h. cuando Elena y yo nos despedimos de los demás. Habíamos quedado en llamarnos para pasarnos al día siguiente al hospital, todos juntos. Llegamos a casa, agotadas. Encendimos la televisión, nos pusimos los pijamas y yo llamé a Sergio. El teléfono aparecía apagado. Le mandé un whatsapp.
Texto de WhatsApp:
Sergio, supongo que estarás durmiendo. Acabamos de llegar del cine, de shopping y de cenar. Me iré a dormir en nada. ¿Mañana tienes entrenamiento o partido? ¿A qué hora? Es para llamarte. Bueno…supongo que mañana, viernes, nos dirán cómo va la evolución de Mirian. Así que, ya te contaré. El domingo, si le dan el alta, compraré los billetes para ir para allá, que te echo muchísimo de menos. Te amo.
Se lo envié.
Elena: ¿Qué tal vas con este chico?
María: Bastante bien. Es un encanto.
Vimos un programa que echaban en la tele. Nos fuimos a la cama muy pronto.
María: Tía, me estoy muriendo de sueño. Me voy a dormir.
Elena: Vale. Yo también me voy. Los programas a estas horas son una porquería.
María: Sí. Hasta mañana.
Me fui a la habitación que ocupaba yo, cuando vivía con Mirian. Elena fue al cuarto de invitados. Se me olvidó apagar el móvil. Me dormí muy pronto. A las 5 de la mañana me sonó la BlackBerry, una notificación de Whatsapp o SMS.
Texto de WhatsApp, de Sergio:
Cariño. Tengo entrenamiento mañana. Pasado, el sábado, tengo partido contra el Valencia, aquí, en Sevilla. Me acabo de despertar por dolor de cabeza. Me he echado en la cama cuando he venido de entrenar. Pero parece que me he pillado un buen catarro. Te echo de menos, princesa. Te amo.
No podía dormirme sin contestarle. Pero se me cerraban los ojos. Le mandé un WhatsApp, sin saber bien qué le contestaba.
Texto de WhatsApp:
Muchísima suerte para el sábado. Ya siento no estar ahí, cuidándote. Espero que te recuperes. Tómate un frenadol o un espidifen y vuelve a dormir. Recupera fuerzas. Te quiero.
Me contestó al instante.
Texto de WhatsApp, de Sergio:
¿Estás despierta? ¿A las 5 de la mañana? J
Texto de WhatsApp, de María:
Sí, se me olvidó apagar el móvil, y como lo tengo en alto, me ha despertado. Bueno, recupérate. Mañana te llamo.
No tardó nada en responder.
Texto de WhatsApp, de Sergio:
Jobar, ya lo siento, bonita. Vuelve a dormir, que yo me voy a tomar ya algo, a ver si se me pasa el dolor. No te preocupes, mañana te llamo yo, cuando termine de entrenar. Te quiero. Descansa.
Le contesté, casi dormida.
Texto de WhatsApp:
No pasa nada. Vale, tómate algo y duerme, te vendrá bien. Mañana hablamos. Te quiero.
Apagué el móvil y me dormí.

martes, 10 de julio de 2012

Capítulo 23: Mirian despierta


Tomás: Vale. Por cierto, María, tengo una cosa para ti.
María: ¿Para mí?
Tomás: Sí. No es mía. Me la han dado para ti.
María: ¿Y eso? ¿Quién te la ha dado? ¿Qué es?
Tomás: Tú eres un poco curiosa, ¿no?
Irene: No lo sabes tú bien.
No me dijo nada más. Al llegar al hospital se bajó del coche Irene. Me quedé yo dentro con él, pasándome al asiento delantero.
María: ¿Qué me tenías que dar?
Tomás: Ah, sí.
María: ¿Qué es?
Tomás: Lo tengo en el maletero. Espera.
Salió del coche, abrió el maletero y sacó una bolsa de Adidas con el escudo madridista. Subió al coche, y aparcó en un parking que había al lado. Irene ya había entrado al hospital.
Tomás: Me lo ha dado un compañero mío, al que le has parecido muy guapa. También me ha dicho, que algún día podríamos quedar con él. Tú, él y yo. Y si quieres, alguna amiga tuya.
María: Y, ¿de quién me hablas?
Tomás: No sé si le conocerás. Se llama Álvaro. Álvaro Morata.
María: Claro que le conozco. ¿Y qué te ha dado para mí?
Tomás: Me ha dicho, que podría darte algo muy personal suyo, por eso ha decidido regalarte su camiseta.
María: ¿Con la que ha jugado?
Tomás: No, una nueva.
María: Ah, vale.
Me reí, sin saber por qué.
Tomás. Bueno, pues eso. Que me ha dado la bolsa, supongo que irá la camiseta dentro.
María: Me gustaría agradecérselo en persona, pero yo me iré mañana, seguramente. Tengo que volver a Sevilla.
Tomás: No te preocupes, ¿volverás pronto?
María: No lo sé.
Tomás: Bueno, pues como quieras.
María: Gracias por todo.
Le di dos besos y me bajé del coche. Entré al hospital.
Irene estaba esperándome en la recepción del hospital.
Irene: ¿Y eso? ¿Es para mí?
María: No, es un regalo de un amigo de Tomás para mí.
Subimos a la planta en la que se encontraba Mirian. Los chicos estaban fuera de la habitación, también Elena. Alba y Leti no estaban.
María: ¿Qué hacéis aquí?
Blas: Nos han pedido que saliésemos de la habitación.
Dani: Sí porque iban a ver que tal estaba Mirian, a ver si despertaba ya.
María: ¿Aún no ha despertado?
Elena: No.
María: Joder. Y, ¿no os han dicho nada?
Carlos: Nada de nada.
María: Estoy muy preocupada.
David: Tranquila, guapetona. Mirian va a despertar ya. Ya lo verás.
María: Ojalá.
Aparecieron por el principio del pasillo Leticia y Alba.
Irene: Son Alba y Leticia, ¿no?
Me preguntó Irene, ya que le había hablado de ellas, pero no se conocían.
María: Sí. Son majísimas.
Llegaron a la salita donde estábamos. Solo había una silla libre.
Alba: Siéntate tú.
Leticia: No, prefiero quedarme de pie.
María: Sentaos las dos. Prefiero estar de pie. Así se me pasan los nervios.
Dani: María tranquilízate. No va a pasar nada. Todo va a salir genial.
Estuvimos callados todos. Solo sonaba el teclado de la BlackBerry de Blas. Al rato salió una enfermera.
Enfermera: Chicos, buenas noticias.
Se me escapó una sonrisa. Blas dejó de mandar WhatsApp’s.
Enfermera: Mirian acaba de despertar, pero por razones obvias no podéis entrar todos, de golpe. Solo podéis entrar de uno en uno, ¿vale?
Irene: Está bien.
Enfermera: Cualquier cosa que observéis, avisadnos, por favor.
Blas: Y, ¿cuándo podréis darle el alta?
Enfermera: Según su evolución durante lo que queda de semana.
Estábamos a jueves. El domingo le harían una revisión. La enfermera desapareció.
David: Creo que lo lógico es que la que primero entre sea María.
Carlos: Sí. Y luego que entre Blas.
María: ¿De verdad que me dejáis?
Álvaro: Eso ni se pregunta.
María: Gracias. Ahora salgo.
Entré en la habitación con una lagrimilla sin terminar de recorrer toda mi cara. Mirian estaba recostada en la cama.
Mirian: ¡María!
María: Mirian, cielo. ¿Qué tal te encuentras?
Me senté en un borde de la cama y le abracé.
Mirian: Muy bien. ¿Cuándo has venido?
María: Vine cuando me enteré. Lo que pasa es que Tomás, el que conocí en Sevilla me ha llevado a ver un partido del Castilla y he llegado hace un rato.
Mirian: Muy bien me parece. ¿Y Sergio? ¿Ha venido también?
María: No, él se ha quedado en Sevilla.
Mirian: Ah, vale.
Estuvimos hablando un rato de todo. Me contó cómo habían conocido a los chicos. En una discoteca de Madrid. Que a Elena, como bien yo suponía, le gustaba Álvaro.
María: Bueno, dejo que entre otra persona, que todos están deseando verte, y no dejan entrar a más de una persona. Antes de irnos, vendré a despedirme.
Mirian: ¿Te vas ya a Sevilla?
María: No, pero seguramente dormiré en el apartamento, que desde que vine, no he descansado bien.
Mirian: Bien me parece.
Salí de la habitación. Entró Blas. Mientras me retiré del grupo y llamé a Sergio.
Sergio: Cariño mío.
María: Mi amor, ¿qué tal estás?
Sergio: Echándote de menos. Y, ¿tú? ¿Qué tal todo?
María: Mirian ya se ha despertado y parece muy contenta. Además ahora va a estar ocupada con un chaval.
Sergio: ¿Y eso?
María: Porque la semana pasada quedaron Irene, su prima Carla, Elena y Mirian para ir a una discoteca y allá conocieron a cinco chicos, y uno de ellos está detrás suya.
Sergio: Anda, pues me alegro mucho por ella. ¿Tú cuándo vuelves? La cama se me hace enorme sin ti.
María: El domingo le harán la última prueba y si sale todo bien le darán el alta.
Sergio: ¿Quieres decirme con eso que te quedarás a esperar los resultados, no?
María: Me gustaría irme ya tranquila.
Sergio: Bueno, está bien.
Colgamos. Entró Blas y al poco salió. La siguiente en entrar era Irene. Mientras estuvo dentro yo, en la sala de espera, saqué la camiseta de dentro de la bolsa que me acababa de dar Tomás.
Carlos: ¿Y eso?
María: Tomás me lo ha dado. Es de un compañero, que me lo ha querido regalar.
Dani: De un compañero, ¿eh?
María: Sí, de Álvaro, Álvaro Morata.
Álvaro: ¿Ese es amigo de tu amigo?
Me reí. Blas seguía enganchado a su BlackBerry.
María: Sí. Juegan en el Castilla. Me ha regalado una camiseta. Mirad.
La saqué y se la enseñé a todos. No me di cuenta que había una dedicatoria dentro de la bolsa que salió disparada al sacar la camiseta.
David: María, se te ha caído una carta.
La cogió.
David: ¿La puedo leer?
María: Por supuesto.
Comenzó a leer.
David: “No te conozco personalmente. Aunque no me importaría, la verdad. Tomás me habla mucho de ti. Y es cierto que no mintió, cuando nos comentó que había conocido en Sevilla a una chica guapísima. No me refiero a tu amiga, sino a ti. Vale, igual voy un poco rápido. No sé si tienes pareja, aunque no me extrañaría porque eres preciosa. Pero si no tienes, a mi no me importaría. Bueno, siempre que tú quieras conocerte. Pff, me cuesta. No quiero parecer demasiado abierto, no soy así. Pero es que, me has gustado mucho. Tomás ya nos lo dijo. Pero no lo creí, hasta hoy. Tendría que estar duchándome, para irme a comer cuanto antes. Pero aquí estoy, escribiéndote esto. Luego me ducho, jejeje. Bueno, pues eso. Si quieres conocerme o tener una amistad más o lo que sea, pídele mi número de teléfono a Tomás. Y ojalá leas esto. Bueno, guapísima, que encantado de haberte visto y a ver si vienes más a animarnos.
Un beso, Álvaro Borja Morata Martín.”
Blas: Este tío va enserio.
Blas, parece que no, pero cuando mientras manda whatsapp’s escucha y se entera de todo.
David: No me extraña que te escriba esto. El chaval, al menos, es sincero.
Irene salió de la habitación.
Irene: Mirian dice que pase el siguiente, si alguien quiere pasar.
Nadie dijo nada.
María: Bueno, si nadie va a entrar, me despido de ella y si queréis nos vamos a dar una vuelta.
Todos asintieron. Entré y me despedí de ella.
María: Mirian, yo mañana me paso a ver que tal vas, ¿vale?
Mirian: Como quieras.
Me fui.
Leti: ¿A dónde vamos?
Irene: A donde queráis.
Álvaro: A un McDonal’s a comer, ¿qué os parece la idea?
María: Por mí genial.
Carlos: Sí, que yo voy teniendo hambre.
Alba: Vamos.