Tomás: Vale. Por cierto, María, tengo una cosa
para ti.
María: ¿Para mí?
Tomás: Sí. No es mía. Me la han dado para
ti.
María: ¿Y eso? ¿Quién te la ha dado? ¿Qué
es?
Tomás: Tú eres un poco curiosa, ¿no?
Irene: No lo sabes tú bien.
No me dijo nada más. Al llegar al hospital
se bajó del coche Irene. Me quedé yo dentro con él, pasándome al asiento
delantero.
María: ¿Qué me tenías que dar?
Tomás: Ah, sí.
María: ¿Qué es?
Tomás: Lo tengo en el maletero. Espera.
Salió del coche, abrió el maletero y sacó
una bolsa de Adidas con el escudo madridista. Subió al coche, y aparcó en un
parking que había al lado. Irene ya había entrado al hospital.
Tomás: Me lo ha dado un compañero mío, al
que le has parecido muy guapa. También me ha dicho, que algún día podríamos
quedar con él. Tú, él y yo. Y si quieres, alguna amiga tuya.
María: Y, ¿de quién me hablas?
Tomás: No sé si le conocerás. Se llama
Álvaro. Álvaro Morata.
María: Claro que le conozco. ¿Y qué te ha
dado para mí?
Tomás: Me ha dicho, que podría darte algo
muy personal suyo, por eso ha decidido regalarte su camiseta.
María: ¿Con la que ha jugado?
Tomás: No, una nueva.
María: Ah, vale.
Me reí, sin saber por qué.
Tomás. Bueno, pues eso. Que me ha dado la
bolsa, supongo que irá la camiseta dentro.
María: Me gustaría agradecérselo en
persona, pero yo me iré mañana, seguramente. Tengo que volver a Sevilla.
Tomás: No te preocupes, ¿volverás pronto?
María: No lo sé.
Tomás: Bueno, pues como quieras.
María: Gracias por todo.
Le di dos besos y me bajé del coche. Entré
al hospital.
Irene estaba esperándome en la recepción
del hospital.
Irene: ¿Y eso? ¿Es para mí?
María: No, es un regalo de un amigo de
Tomás para mí.
Subimos a la planta en la que se encontraba
Mirian. Los chicos estaban fuera de la habitación, también Elena. Alba y Leti
no estaban.
María: ¿Qué hacéis aquí?
Blas: Nos han pedido que saliésemos de la
habitación.
Dani: Sí porque iban a ver que tal estaba Mirian,
a ver si despertaba ya.
María: ¿Aún no ha despertado?
Elena: No.
María: Joder. Y, ¿no os han dicho nada?
Carlos: Nada de nada.
María: Estoy muy preocupada.
David: Tranquila, guapetona. Mirian va a
despertar ya. Ya lo verás.
María: Ojalá.
Aparecieron por el principio del pasillo
Leticia y Alba.
Irene: Son Alba y Leticia, ¿no?
Me preguntó Irene, ya que le había hablado
de ellas, pero no se conocían.
María: Sí. Son majísimas.
Llegaron a la salita donde estábamos. Solo
había una silla libre.
Alba: Siéntate tú.
Leticia: No, prefiero quedarme de pie.
María: Sentaos las dos. Prefiero estar de
pie. Así se me pasan los nervios.
Dani: María tranquilízate. No va a pasar
nada. Todo va a salir genial.
Estuvimos callados todos. Solo sonaba el
teclado de la BlackBerry de Blas. Al rato salió una enfermera.
Enfermera: Chicos, buenas noticias.
Se me escapó una sonrisa. Blas dejó de
mandar WhatsApp’s.
Enfermera: Mirian acaba de despertar, pero
por razones obvias no podéis entrar todos, de golpe. Solo podéis entrar de uno
en uno, ¿vale?
Irene: Está bien.
Enfermera: Cualquier cosa que observéis,
avisadnos, por favor.
Blas: Y, ¿cuándo podréis darle el alta?
Enfermera: Según su evolución durante lo
que queda de semana.
Estábamos a jueves. El domingo le harían
una revisión. La enfermera desapareció.
David: Creo que lo lógico es que la que
primero entre sea María.
Carlos: Sí. Y luego que entre Blas.
María: ¿De verdad que me dejáis?
Álvaro: Eso ni se pregunta.
María: Gracias. Ahora salgo.
Entré en la habitación con una lagrimilla
sin terminar de recorrer toda mi cara. Mirian estaba recostada en la cama.
Mirian: ¡María!
María: Mirian, cielo. ¿Qué tal te
encuentras?
Me senté en un borde de la cama y le
abracé.
Mirian: Muy bien. ¿Cuándo has venido?
María: Vine cuando me enteré. Lo que pasa
es que Tomás, el que conocí en Sevilla me ha llevado a ver un partido del
Castilla y he llegado hace un rato.
Mirian: Muy bien me parece. ¿Y Sergio? ¿Ha
venido también?
María: No, él se ha quedado en Sevilla.
Mirian: Ah, vale.
Estuvimos hablando un rato de todo. Me
contó cómo habían conocido a los chicos. En una discoteca de Madrid. Que a
Elena, como bien yo suponía, le gustaba Álvaro.
María: Bueno, dejo que entre otra persona,
que todos están deseando verte, y no dejan entrar a más de una persona. Antes
de irnos, vendré a despedirme.
Mirian: ¿Te vas ya a Sevilla?
María: No, pero seguramente dormiré en el
apartamento, que desde que vine, no he descansado bien.
Mirian: Bien me parece.
Salí de la habitación. Entró Blas. Mientras
me retiré del grupo y llamé a Sergio.
Sergio: Cariño mío.
María: Mi amor, ¿qué tal estás?
Sergio: Echándote de menos. Y, ¿tú? ¿Qué
tal todo?
María: Mirian ya se ha despertado y parece
muy contenta. Además ahora va a estar ocupada con un chaval.
Sergio: ¿Y eso?
María: Porque la semana pasada quedaron
Irene, su prima Carla, Elena y Mirian para ir a una discoteca y allá conocieron
a cinco chicos, y uno de ellos está detrás suya.
Sergio: Anda, pues me alegro mucho por
ella. ¿Tú cuándo vuelves? La cama se me hace enorme sin ti.
María: El domingo le harán la última prueba
y si sale todo bien le darán el alta.
Sergio: ¿Quieres decirme con eso que te
quedarás a esperar los resultados, no?
María: Me gustaría irme ya tranquila.
Sergio: Bueno, está bien.
Colgamos. Entró Blas y al poco salió. La
siguiente en entrar era Irene. Mientras estuvo dentro yo, en la sala de espera,
saqué la camiseta de dentro de la bolsa que me acababa de dar Tomás.
Carlos: ¿Y eso?
María: Tomás me lo ha dado. Es de un
compañero, que me lo ha querido regalar.
Dani: De un compañero, ¿eh?
María: Sí, de Álvaro, Álvaro Morata.
Álvaro: ¿Ese es amigo de tu amigo?
Me reí. Blas seguía enganchado a su
BlackBerry.
María: Sí. Juegan en el Castilla. Me ha
regalado una camiseta. Mirad.
La saqué y se la enseñé a todos. No me di
cuenta que había una dedicatoria dentro de la bolsa que salió disparada al
sacar la camiseta.
David: María, se te ha caído una carta.
La cogió.
David: ¿La puedo leer?
María: Por supuesto.
Comenzó a leer.
David: “No te conozco personalmente. Aunque
no me importaría, la verdad. Tomás me habla mucho de ti. Y es cierto que no mintió,
cuando nos comentó que había conocido en Sevilla a una chica guapísima. No me
refiero a tu amiga, sino a ti. Vale, igual voy un poco rápido. No sé si tienes
pareja, aunque no me extrañaría porque eres preciosa. Pero si no tienes, a mi
no me importaría. Bueno, siempre que tú quieras conocerte. Pff, me cuesta. No
quiero parecer demasiado abierto, no soy así. Pero es que, me has gustado mucho.
Tomás ya nos lo dijo. Pero no lo creí, hasta hoy. Tendría que estar duchándome,
para irme a comer cuanto antes. Pero aquí estoy, escribiéndote esto. Luego me
ducho, jejeje. Bueno, pues eso. Si quieres conocerme o tener una amistad más o
lo que sea, pídele mi número de teléfono a Tomás. Y ojalá leas esto. Bueno, guapísima,
que encantado de haberte visto y a ver si vienes más a animarnos.
Un beso, Álvaro Borja Morata Martín.”
Blas: Este tío va enserio.
Blas, parece que no, pero cuando mientras
manda whatsapp’s escucha y se entera de todo.
David: No me extraña que te escriba esto.
El chaval, al menos, es sincero.
Irene salió de la habitación.
Irene: Mirian dice que pase el siguiente,
si alguien quiere pasar.
Nadie dijo nada.
María: Bueno, si nadie va a entrar, me
despido de ella y si queréis nos vamos a dar una vuelta.
Todos asintieron. Entré y me despedí de
ella.
María: Mirian, yo mañana me paso a ver que
tal vas, ¿vale?
Mirian: Como quieras.
Me fui.
Leti: ¿A dónde vamos?
Irene: A donde queráis.
Álvaro: A un McDonal’s a comer, ¿qué os
parece la idea?
María: Por mí genial.
Carlos: Sí, que yo voy teniendo hambre.
Alba: Vamos.
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