jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo 22: Victoria del Castilla


Hicimos los turnos toda la noche. Al amanecer tenía dos llamadas de Tomás. Quedamos en una hora. Salí de la habitación y fui a la cafetería. Cuando estaba terminando de desayunar, aparecieron David y Carlos.
Carlos: ¿Te vas a ir?
María: Sí.
David: ¿Con quién?
María: Con un amigo.
Carlos: Disfruta.
María: Gracias, luego os llamo.
Me fui. Entré a los servicios, me cambié de ropa y me arreglé un poquito la cara. Cuando salí, ya estaba Tomás esperándome.
Tomás: Que guapa estás.
Al llegar a la ciudad deportiva, Tomás me hizo bajarme del coche, antes de entrar al parking. Había muchos periodistas y paparazzis que no paraban de hacernos fotos. Bajé del coche. Se me acercó una periodista, mayor que yo.
Periodista 1: ¿Desde cuándo Tomás y tú estáis juntos?
Periodista 2: ¿Es Tomás cariñoso contigo, su primera pareja reconocida?
Periodista 3: ¿Vivís ya juntos?
María: Tomás y yo somos solo amigos. Yo tengo pareja.
Periodista 2: ¿Cuál es el nombre de tu novio?
Periodista 4: ¿Puedes decirnos cómo es Tomás en la cama?
María: Dejadnos en paz, a Tomás y a mí. Somos amigos.
Periodista 5: Claro, y por eso venís juntos, ¿no?
Periodista 1: ¿Dónde y cuándo os conocisteis? ¿Desde cuándo estáis juntos?
María: Le conocí en Sevilla, somos amigos, no hay nada más entre nosotros.
Periodista 3: ¿Crees que Tomás va a estar más centrado pensando en ti, que el en partido?
Me vi en un círculo del que no podía salir. Yo estaba muy enamorada de Sergio. Y no solo me hacían esas preguntas. Muchas más, y encima todo lo estaban grabando. En unas cámaras ponía TELEMADRID, en otra TVE, en otras el logo de LA SEXTA, …
María: Bueno, que tengan un buen día. Y si de verdad estáis licenciados en periodismo deportivo, dedíquesen a eso. No a otras cosas.
Entre al estadio. Mi asiento estaba detrás de los banquillos. Mientras caminaba, oía mi nombre, voz que yo ignoraba. Cuando me senté, noté cómo alguien me cogía del brazo.
X: María, cuánto tiempo, ¿qué tal todo?
Era Irene, la chica que había conocido hacía unos años en la playa y que vivía en Madrid.
María: Irene, guapísima. ¡Qué sorpresa!
Le di un abrazo. Le conté lo que le había pasado a Mirian y que por eso estaba aquí. También le informé de que estaba con Sergio. Ella tenía el bono unas filas más atrás, pero como no había venido nadie a mi lado, se pasó al lado mío.
Irene: Y, ¿cómo que te ha dado por venir a ver al Castilla?
María: Me ha invitado un amigo.
Se acercó Tomás para dejar la sudadera, porque comenzaba el partido.
Tomás: No te preocupes por lo que dicen. No tienen nada qué hacer. No les hagas caso. Los dos sabemos que todo son rumores, rumores falsos.
María: Lo sé. Pero me da miedo que esto salga en la televisión.
Tomás: No saldrá, ya lo verás.
Le llamó Toril, su entrenador, porque empezaban ya.
Tomás: Toma, mi sudadera.
María: Mucha suerte.
Tomás se fue corriendo hacia su portería. Pero, es que, mientras estábamos hablando, muchos periodistas nos estuvieron echando fotos.
Irene: ¿Tomás es tu amigo?
María: Sí. Bueno, le conocí en Sevilla.
Irene: Casi me muero cuando le he tenido tan cerca. Muero con él.
María: ¿Te gusta? ¿Tanto?
Irene: No lo sabes tú bien.
María: Bueno, pues esto te pertenece.
Le di la sudadera de Tomás.
Irene: ¿Enserio? ¿Me la das?
María: Tuya es.
Me abrazó. Empezó el partido. Pitaron penalti, injusto, en contra del Castilla. Tomás, concentrado, nos miró, guiñó un ojo, y cuando el árbitro pitó, el delantero del Coruxo, equipo contra el que jugaban, chutó. Tomás se tiró, volando, literalmente. En la caída, cogió el balón, pero tuvieron que entrar las asistencias médicas.
Irene: ¡No!
Fue un grito que retumbó en el estadio. Terminó la primera parte. El Castilla empataba contra el Coruxo, con la gran intervención de Tomás. Fui a por una coca-cola. Detrás de mí venía una tropa de periodistas que no paraban de lanzar preguntas. Les ingoré. En nada empezó la segunda parte. Tomás parecía algo mejor.
Irene: Tomás, ¡GUAPO!
La gente me miraba a mí.
María: Irene, he tenido antes un malentendido con los periodistas. Se cree la gente que Tomás y yo estamos saliendo, y …
No me dejó terminar la frase.
Irene: ¿¡Estáis saliendo!?
María: Que va. Somos amigos, no hay nada más. Pero como él me ha traído aquí, los periodistas se creen que estamos juntos.
Irene: ¿Pero no sois nada?
María: No.
Estábamos hablando del asunto, sin darnos cuenta de que el RMCastilla acababa de marcar. Joselu había marcado a 15 minutos del final. Los del Coruxo apretaron mucho, y tuvieron alguna ocasión, pero al final conseguimos ganar. Los jugadores blancos aplaudieron al público y se fueron hacia los vestuarios, excepto Tomás, que se acercó.
Tomás: María, espérame que te llevo yo a donde quieras.
María: Da igual. Cojo ahora un bus y ya está.
Tomás: De eso nada. Espérame, por favor.
María: Está bien. Te espero afuera.
Tomás entró en los vestuarios.
Irene: Bueno, yo ya me voy.
María: Tú no te mueves de aquí. Tomás te va a dar dos besos.
Irene: Pues vete llamando a la ambulancia. ¿Quieres que me dé un ataque? Además, ¿cómo me va a llevar, si no me conoce de nada?
María: Quiero que seas feliz. Que disfrutes. Y ya verás como sí que te lleva.
Salimos del estadio. Nos quedamos hablando de todo un poco. Tomás tardó como tres cuartos de hora.
Tomás: Sube.
María: No, que yo me voy con ella. Gracias
Tomás: Pues que suba ella también.
Irene: ¿Enserio?
Tomás: Sí.
Tomás sonrió.
Irene: Muchas gracias, de verdad.
Me puse detrás con Irene. Le susurré.
María: ¿Has visto?
Irene: Muchas gracias María.
Me abrazó emocionada.
Tomás: ¿A dónde queréis que os lleve?
María: A mi me gustaría ir al hospital.
Irene: Sí, yo también quiero ir al hospital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario