domingo, 20 de enero de 2013

Capítulo 31: Charla con Sergio


Desperté alegre. Patricia seguía dormida. Preparé el desayuno y encendí el ordenador. Ahí estaba su privado, aún no le había contestado. Lo leí de nuevo. Le contesté:
“Me alegraste mucho ayer con este mensaje. En un rato que tenga libre te llamo y te cuento, no hay muchas novedades pero ayer quedé con la madre de Sergio. Me contó un poquito como está todo y, aunque aclarar el tema no lo aclaró nada, me dejó bastante tranquila. Un besazo enorme desde Sevilla <3.”
Se levantó Patricia. Desayunamos. Dejé el ordenador encendido. Me llegó un mail.
Patricia: Que solicitada estás. Mira a ver qué es.
Miré. Era de Sergio. Ponía:
“Princesa. Sí princesa. Mi princesa. Quiero que me perdones. Mi madre no me ha dicho nada, pero sé que ayer os visteis y que hablasteis. Espero que puedas perdonarme, porque yo te quiero mucho. Y quiero que vuelvas al apartamento. ¿Quedamos esta tarde? ¿Te puedo llamar? Te quiero.”
Se lo enseñé a Patricia porque yo no sabía cómo reaccionar.
Patricia: Contéstale.
Eso hice:
“Tal vez sea tarde para este mail. ¿No crees? Pero bueno, si quieres nos vemos esta tarde así aclaramos todo. ¿A qué hora te viene bien?”
No pasó ni un minuto y sonó el ordenador. Mail contestado.
“Puede que sí, pero espero que no y que me perdones. ¿A las cinco en la plaza?”
“Ok” Esta fue mi respuesta.
Patricia: A todo esto, tenemos que preparar todo para el instituto.
María: Sí, que empezamos en semana y media.
Vimos la tele y estuvimos hablando un rato. Patricia habló por teléfono con sus padres, y yo mientras, me metí en Twitter. No había nada nuevo. Comimos y me preparé. Fui a la plaza y Sergio estaba allí, en un banco sentado. Había quedado con Patricia en que cuando terminara de hablar con él le hacía una perdida para vernos en 5 minutos en nuestro punto de encuentro. Luego cenaríamos ella y yo por ahí.
Sergio: Hola, princesa.
María: Hola.
Sergio: Quiero ser sincero contigo. Quiero que me escuches.
María: Está bien, habla.
Me senté a su lado.
Sergio: Pasa que, el día que te fuiste a Madrid me quedé mal. Luego vi en la tele lo de Tomás y empecé a pensar que lo de Mirian era mentira, que habías ido por Tomás. Encima me dijiste que empezaste a sentir algo por otro chico. Y me puse celoso, mucho.
Se hizo el silencio. Comencé a hablar.
María: Te voy a ser sincera yo también. Parece mentira que no me creyeses con lo de Mirian. Si te dije que sentía algo por otro chico es porque es verdad, y porque no quiero hacerte daño. Pero para nada es por Tomás. Y no te pienses que yo no sé nada. Sé que conociste a una chica estos días.
Sergio: Entonces, ¿por quién sientes?
María: Ese es problema mío. Tú me ocultas cosas.
Sergio: Yo no te oculto nada.
María: ¿Ah, no? Y, ¿Arancha?
Sergio empezó a ponerse nervioso.
Sergio: Arancha, ¿qué Arancha?
María: Yo también me entero de las cosas. Y lo que menos quiero, es terminar mal. Si cortamos, espero que quedemos como amigos.
Sergio: ¿Ya das por hecho que hemos cortado?
María: No sé.
Sergio: Sí sabes. Sé clara.
María: No me siento feliz contigo, pienso que me engañas.
Sergio no dijo nada. Yo tampoco. El silencio lo cortó mi teléfono. Alguien me llamaba. Miré. Era David.
Sergio: ¿Quién es?
María: Irene.
No le pensaba decir que era David, iba a pensar que le engañaba.
Sergio: Pues contéstala.
María: No me apetece. Tenemos que aclarar algo, ¿no crees? Dime, ¿tú crees que lo nuestro ha sido como un amor de verano? ¿Un amor pasajero y efímero?
Sergio: Puede que sí.
María: Genial. ¿Y me pides que venga a vivirme aquí sabiendo esto? Tonta es poco para lo que fui.
Sergio: Yo te amé.
Intentó besarme pero me eché hacia atrás.
María: Si quieres que seamos amigos, perfecto. De momento yo no quiero seguir contigo.
Sergio: Está bien. ¿Amigos?
María: Amigos.
Nos dimos dos besos. Era algo muy extraño. Una situación muy tensa. Todo había terminado bien, era justo lo esperado. Él se fue y yo le hice la perdida a Patricia. Mientras llegaba a donde habíamos quedado, llamé a David.
María: David, lo siento. Estaba con Sergio.
David. Y, ¿qué tal? ¿Lo habéis arreglado?
María: Él no quiere reconocer que ha conocido a una chica. Hemos quedado como amigos.
David: Al menos, no habéis quedado mal.
María: Sí, por lo menos. Ayer quedé con Paqui, su madre. Me dijo que por favor lo arregláramos. Que ella sabía que Sergio había conocido a una chica mientras yo estaba en Madrid, pero no sabía qué tipo de relación  tenían ni tienen, pero que siguiese o no con Sergio, ella me iba a tener el mismo cariño.
David: ¡Qué maja! Es de agradecer. Al menos tienes allá a una madre, ¿no?
María: Así es. Al menos, cuento con su apoyo. Y, vosotros, ¿qué tal?
David: Pues Alba y Leti se fueron, y estamos preparando todo para la vuelta a los estudios. Y que te echamos mucho de menos.
María: Jopé. Yo también os echo mucho de menos. En cuanto pueda me escapo y nos vemos.
Le dije que estaba con una amiga, viviendo y eso. No hablamos mucho más. Colgamos y aún tuve que esperar un par de minutos a que Patricia llegase. 

sábado, 19 de enero de 2013

Capítulo 30: Charla con Paqui.


El mensaje decía:
“No quiero que estés mal ni que llores por un estúpido. No sabes lo que darían otros por tenerte. Ya me contó Leticia todo. Bueno todo, todo lo poco que les contaste. Pero sé que es suficiente. Ese chaval no valora lo que ha tenido. Pero ya se dará cuenta. Así que alegra la cara, que una princesa no debe llorar.”
Patricia se levantó.
Patricia: ¿Qué tal está la reina de España?
Sonreí.
María: Corre, ve a Madrid y pregúntale.
Nos reímos. Ese privado me había hecho sentir muy bien.
Patricia: Por lo que veo estás mejor.
María: Así es.
Patricia: ¿Sabes que pienso?
María: Dime.
Patricia: Oí como Sergio te gritaba. Si él no tuviese delito, no se hubiera puesto así. Él habrá hecho algo mal, y quiere exculparse echando la pelota a tu tejado.
María: Te doy la razón, pero te voy a decir algo. A mí lo que haga él, no me importa para nada. Él sabrá lo que hace y con quién. Hoy es un nuevo día, y lo de ayer es pasado. Toca pasar página y empezar una nueva vida.
Recibí una llamada. No conocía el número pero contesté.
María: Sí, ¿quién es?...Hola Paqui.
Me eché a llorar.
Paqui: Estoy en Sevilla capital. Sergio me ha contado que habéis discutido, pero pienso que esto no puede terminar así. Se nota que estás muy pillada por él.
María: Sí, pero, no sé. Creo que me oculta algo.
Paqui: Escucha, quedamos esta tarde y hablamos tú y yo. ¿Te parece?
María: Perfecto. Un besazo.
Paqui: Un besito, preciosa.
Colgué.
Patricia: ¿Paqui? ¿La madre de Sergio?
María: Sí, me ha llamado, que quiere que hablemos ella y yo.
Patricia: ¿Y qué vas a hacer?
María: Esto no puede terminar tan mal. Somos jóvenes, broncas de estas se tienen.
Patricia: Y tú sigues queriendo a Sergio.
María: Así es.
Patricia: ¿Te doy un consejo?
María: Dime.
Patricia: Deja de estar pillada por él. Esto ha podido ser un romance de verano, como me pasó a mí con Álvaro Morata. Fue un tonteo efímero. Apenas duró tres semanas.
María: ¿Y ahora qué?
Patricia: Ahora somos amigos, y como si nada. Yo también tuve mi primera vez con él.
Seguimos hablando. Me abrió bastante los ojos. Lo que tenía con Sergio podía ser un amor de verano, de unas semanas, que luego solo termina en una amistad. Comimos y pronto llegó la hora que había quedado con Paqui.
Patricia: ¿Quieres que te acompañe?
María: Lo que quieras.
Patricia: Voy contigo y me quedo por ahí dando unas vueltas, ¿quieres?
María: Vale.
Terminamos de arreglarnos, y nos fuimos. Cuando llegamos, Paqui ya estaba ahí.
Paqui: Preciosa.
La abracé. Patricia no se acercó. Fue a dar una vuelta.
Paqui: ¿Tomamos algo?
Fuimos a una terraza.
Paqui: Bueno, igual piensas que me meto donde no me llaman, pero es que yo te cogí mucho cariño, te veo buena chica, y Sergio me contó que habíais discutido y que tú te habías ido del apartamento.
María: Así es.
Paqui: ¿Y tú crees que Sergio no te es fiel?
María: Sí. Porque cuando he subido al apartamento esta mañana había ropa de mujer, que en un principio he pensado que era de Miriam, pero después no.
Paqui: Yo te voy a ser sincera. Porque no quiero que sufras, y si has de hacerlo, cuanto antes y con menos engaños mejor. Cuando tú te fuiste a Madrid, Sergio se quedó muy triste. Y por la noche salió con un amigo. Me contó que había conocido a una chica. Arancha, Arancha se llama. Es medio año mayor que él. El caso es que Arancha acababa de romper con el mozo. Y Sergio que estaba también deprimidillo, pues empezaron a hablar. Yo más no sé, pero puedes imaginarte que terminarían en casa de ella durmiendo. Porque al apartamento no fueron. No creo que Sergio se enamorase en una noche de Lara. El caso es que Arancha le envía mensajes muy comprometidos. Sergio la llama a veces, otras es ella quien le llama. Y quedar, creo que quedan, como amigos. Sabes que Sergio es muy cariñoso y tal vez por eso puede que hayas pensado que te engaña.
María: Por todo se empieza.
Paqui: Sí, pero si no te hubieses ido, no se hubiese empezado nada.
María: Prefiero haber roto esto, a que le pasase algo a mi amiga y no estar presente. No me lo perdonaría en la vida.
Paqui: Ya. Yo no digo nada, solo que no pienses lo que no es.
María: Y, si fuese así, Sergio no se hubiese puesto, como se puso. Algo oculta, Paqui.
Paqui: Yo eso aún no lo sé. Pero, escucha, si yo me entero de algo, yo te lo cuento. Esta noche hablaré con él. Y tranquila que no le diré que hoy nos hemos visto.
María: Gracias, de verdad.
Paqui: No me las has de dar. Para eso estamos.
María: Una última cosa. ¿Tú crees que lo que hemos tenido Sergio y yo, puede ser un amor de verano? De estos que en dos semanas se olvidan y terminan en amigos.
Paqui: Seguiré siendo sincera. Y no lo sé. A Sergio le gusta mucho tontear y los rolletes de dos noches, pero creo que por ti se coló. Si termináis como amigos, es lo mejor que os puede pasar, hazme caso.
María: De verdad, miles de gracias.
Me abrazó y decidimos irnos. Fui donde estaba Patricia y le conté todo. La verdad es que aclararme no me había aclarado mucho, pero sí había conseguido tranquilizarme bastante. Fuimos a casa, me duché, cenamos y me fui a dormir.

lunes, 14 de enero de 2013

Capítulo 29: Primera bronca.


Sergio: ¿Te crees que yo tampoco me doy cuenta? No te pienses que no te he visto en la televisión con Tomás. Con tu gran amigo Tomás.
Sergio estaba muy enfadado.
María: No tienes ni idea de lo que pasó. Pero piensa lo que quieras. Tengo la conciencia muy tranquila.
Sergio: Tienes la conciencia tranquila pero sientes por otro chico, otro chico que no quieres aceptar que es Tomás.
María: Que no es Tomás. Si me vine aquí contigo, dejando familia, amigos y gente en Madrid, incluido Tomás, es por algo.
Sergio: ¿Ves?
María: Sergio, enserio. Piensa lo que quieras.
Terminé de desayunar, me terminé de arreglar. Estaba dispuesta a irme.
Sergio: ¿A dónde vas?
María: He quedado con Patricia. Supongo que pasaré el día con ella.
Sergio: Me avisas cuando sepas algo, por favor.
María: Sí, sí, tranquilo. Yo te aviso con tiempo, así…
Sergio: ¿Así qué?
María: Nada, déjalo. Adiós.
Llegué a donde había quedado con Patricia. La abracé.
Patricia: Cariño. Que ganazas tenía de verte.
María: Y yo a ti. Por fin un día para nosotras solas.
Me preguntó que a donde quería que fuésemos. Fuimos a un Centro Comercial a ver tiendas. Vimos un Starbucks y decidimos tomarnos un café.
Patricia: ¿Qué tenías que contarme?
María: Ah, sí. Sergio. Esta mañana sobre las 8 ha recibido una llamada. Ha contestado y le ha dicho a la pava que sea que no podía hablar, que luego llamaba él.
Patricia: Pero no te preocupes.
María: No, y encima he discutido con él. Cuando fui a ver el Castilla con Tomás nos grabaron y Sergio se cree que tengo o siento algo por él.
Patricia. ¡Joder!
María: Y te prometo que yo me voy a enterar de qué tiene con la pava que sea.
Patricia: Pero, ¿no os habláis?
María: Poco. Además él ya sabe cómo me siento. Encima, en vez de intentar que me decante por él, hace esto.
Patricia: Ya sabes que yo tengo piso aquí, y que si quieres, puedes venirte a vivir conmigo.
María: Luego hablaré con él. Pero me sienta mal haberme ido de Madrid para esto.
Patricia: Aún puedes volver, ¿no? La matrícula en el insti de allá la conservas.
María: Sí, eso sí. Pero tendría que anular la de aquí.
Patricia: Eso no es problema. Lo que no quiero es que estés aquí a disgusto.
María: Pero tía, ahora que por fin has conseguido venirte aquí. Irme yo, no me parece bien.
Patricia: El insti al que estoy apuntada está hermanado con uno de Madrid. Y yo tengo familia en Madrid. Si quiero puedo irme a vivir a Madrid.
María: ¿Y el piso?
Patricia: No te lo conté, ¿no? Mis padres vendieron el local de Jaén porque aquí tendrían más negocio. Vienen a vivirse aquí en cuanto les den las llaves del local nuevo.
Terminamos de tomarnos el café y seguimos viendo tiendas. Comimos en el centro comercial y fuimos a un parque cerca del apartamento de Sergio.
María: No me lo puedo creer.
Patricia: ¿Qué pasa?
María: No encuentro la llave del apartamento.
Patricia: ¿Y para qué la quieres ahora?
María: Para dejar las bolsas y eso.
Patricia: Llama a Sergio. Igual está en casa.
Nos acercamos al apartamento. Llamé al timbre y no contestó nadie. Llamé a Sergio. No contestaba al teléfono. Le mandé un WA, hacía bastante que él no lo miraba.
María: Me cago en todo.
Patricia: Si no te contesta vente a mi casa hoy a dormir.
María: Pero es que tengo todo en su casa.
Patricia: Tranquila. Busca bien la llave. No la has podido perder.
Busqué en todos los bolsillos hasta que al fin la encontré. Subimos al apartamento. Estaba desordenado. Algo había ocurrido allí.
Patricia: ¡Que desastre!
María: Cuando me he ido, todo estaba bien. A saber lo que ha hecho.
Patricia: ¿Quieres coger las cosas y llevarlas a mi casa?
María: Sí, lo prefiero.
Entré en la habitación y había unas cosas de chica que no me pertenecían. ¡Ya lo que me faltaba! Cogí un papel.
*Texto del papel*
“Sergio, yo te quiero mucho, pero veo que esto no va a llegar a nada. Tú piensas que tengo algo con Tomás y no es así. Solo somos amigos. Y yo empiezo a pensar que me engañas.
No te extrañes al ver que no están mis cosas. Me voy a pasar varios días a casa de una amiga a aclararme y a ver si se enfría todo esto.
Pese a todo, si me necesitas, aquí estoy. Sé feliz. <3”
Le dejé la nota en el salón. Y la llave encima de la nota.
Patricia: ¿No coges las llaves por si te olvidas de algo?
María: Las dejo, son de él. Voy a dar una vuelta a ver si se me olvida algo.
No. No me dejaba nada. Solo buenas, cortas pero muy buenas, vivencias a su lado. Se me escapó una lágrima.
Patricia: ¿Estás segura de irte?
María: Más que nunca. Vámonos.
Cogimos un bus y llegamos a casa de Patricia.
Patricia: Pilla la habitación que quieras. Hay de sobra.
María: Gracias. De verdad.
Patricia: Te dije que siempre, y así será siempre.
La abracé. Sonó mi móvil.
Patricia: Será Sergio. Seguro que ha llegado a casa.
María: No sé.
Contesté. Eran Alba y Leticia.
Alba: ¡¡CARIÑO!!
María: Cielo, ¿os vais ya?
Leti: Sí. Estamos todos.
Todos: Hola María.
María: Sois muy grandes.
Me llamaban a la vez.
María: Cielines, os llamo en un minuto, ¿vale? Me están llamando, y creo que es importante. Os cuento en cuanto os llame.
Colgué y contesté.
Sergio: ¿Estás loca?
María: ¡Relájate!
Sergio: No pensé que serías así.
María: Así ¿cómo? 
Sergio: ¿Piensas que es normal irte dejandome una nota?
María: No me he ido, sigo en Sevilla. Te lo he escrito bien clarito. ¿A ti te parece normal que llegue y vea ropa de mujer que no es mía?
Sergio: Lo sabía. Sabía que me espiabas.
María: Yo no te he espiado. Solo he ido a dejar unas cosas que he comprado y lo he visto.
Sergio: Y, ¿por eso tienes que irte?
María: Me he ido porque no sé qué me pasa. Creo que lo mejor es que nos demos un tiempo. Que tú estés con quien quieras estar sin hacerme daño, y mientras yo, organizar mis sentimientos. Pero podías haberme dicho que estabas con alguien, antes de que me hubiese enterado así.
Sergio: Desde luego, estás mal. 
María: No sé tú, pero lo que menos quería era terminal mal, pero parece que tú es lo que pretendes.
Estábamos gritando. Los dos.
María: Aquí el único loco eres tú, ¿sabes? No sé cómo pude quererte.
¿Qué acababa de decir? Empecé a llorar.
Sergio: No sé cómo pude fijarme en ti. Eres como todas. Guapas por fuera, pero de lo peor por dentro.
María: Y tú ¿qué? Tú no eres más que un buen jugador, nada más.
Colgué. No podía más. Me derrumbé. Fue una de las peores conversaciones de mi vida.
Patricia: Pasa de él. No llores. Él no te merece. Esto no se va a quedar así, eso también te lo digo.
Pasó bastante tiempo y me volvieron a llamar Alba y Leti. No podía parar de llorar. Aun así contesté.
María: Lo siento por no llamaros. He tenido una pequeña discusión. Lo siento, enserio.
Alba: No pasa nada, corazón.
Leti: Pero, ¿estás bien?
María: Pues no lo sé.
Alba: Pues arriba el ánimo.
María: ¿Estáis ya en el autobús?
Leti: Sí.
Hablamos poco más. No me apetecía nada.
Patricia: ¿Qué quieres cenar?
María: Nada. No tengo hambre.
Patricia: Eso sí que no. No voy a permitir que nadie consiga lo que se propone si de hacerte daño se propone. Es que no. Date una duchita si quieres.
María: Si eso después de picar algo. Tú haz lo que quieras cenar, si me apetece ya te cogeré algo.
Patricia: Bien.
María: Espera que te ayudo.
Preparamos la cena. Cenamos y nos pusimos a ver la tele. Me quedé dormida en el sofá. Amaneció. Patricia estaba en su habitación. Me había arropado. Encendí el ordenador. Tenía un privado. Era de él. 

domingo, 13 de enero de 2013

Capítulo 28: Sevilla. El regreso.


Me pasé medio camino llorando. Le había cogido muchísimo cariño a los chicos. La ilusión que tenía de ver a Sergio, cada vez era mayor, pero la añoranza hacia David, Carlos, Álvaro, Dani y Blas la superaba. No me entendía ni a mí misma. Dejé de llorar cuando quedaba escasa media hora para llegar. Fui al baño a retocarme para que Sergio no notase nada. Sergio sabía a qué hora iba a llegar y cuando el tren paró en Sevilla, ahí estaba él, esperándome.
Sergio: Mi amor.
Me abrazó y me besó. Apenas le contesté con un “hola” muy desanimada. No quería que Sergio lo notara, pero tarde o temprano se iba a dar cuenta de algo.
Sergio: Vamos a casa, dejas la maleta, si quieres te cambias y nos vamos a cenar por ahí. ¿Qué te parece?
María: Bien. Lo que tú quieras.
Me abracé a él. Nos fuimos a casa. Deshice las maletas y nos fuimos a dar una vuelta.
Sergio: ¿Estás cansada del viaje?
María: Un poco.
Sergio: Es normal. ¿Te apetece ir a cenar por ahí?
María: Me da igual
Sergio: Anda, vamos. Y me cuentas qué tal todo.
Le abracé. Fuimos a un McDonald’s. Le conté que Mirian ya estaba bien. Que había conocido a unos chicos majísimos y que había ido a ver un partido del Castilla. Sabía que antes o después, él se iba a enterar, nos grabaron a Tomás y a mí llegando y empezaron los rumores.
Sergio: Me alegro de que Mirian esté bien ya. Y lo del Castilla, ya lo sabía. Te grabaron con un compañero entrando.
María: Ah, sí. Tomás. Le conocí aquí en Sevilla, y cuando se enteró que estaba en Madrid, me llamó para llevarme a ver el partido.
Sergio: Me parece genial, cielo.
Se lo había tomado bien. Sonó mi teléfono.
María: Ostras, es Irene. Se me había pasado llamarla.
Sergio: Cógele.
Sonrió. Contesté.
María: Irene, guapa. Sí, he llegado hace un ratito, pero entre recoger la ropa y eso, se me había pasado. Sí, el viaje bien. ¿Hablamos luego? ¿Un Skype? Perfecto. Hasta luego, cariño. Besos para todos.
Irene estaba con los chicos, Alba, Leti y Mirian. Luego, en cuanto llegara a casa haría un Skype con ellos. Se habían convertido en mucho para mí.
Sergio: ¿Qué tal estás preciosa?
María: ¿Por qué lo preguntas?
Sergio: Se nota que has llorado.
María: No voy a ocultártelo. He llorado durante el viaje, sí, pero no sé por qué. Trátame de tonta, pero no lo sé.
Sergio: Tú, tonta, nunca. Algo tiene que estar pasando por tu corazoncito para que llores.
María: Tal vez las ganas de volverte a ver.
La verdad es que no sabía si era por eso, o porque, tal vez, me empezaba a gustar uno de los chicos. ¿Qué me estaba pasando? Estaba más que enamorada de Sergio, pero, ¿me empezaba a gustar otro chico? Algo no iba bien.
Sergio y yo nos fuimos a su casa.
Sergio: Bueno, ahora harás el Skype con tus amigos, ¿no?
María: Haremos el Skype, tú y yo. Así les conoces. Ya verás que buena gente son.
Sergio: Eso seguro.
Y nos besamos. Encendí el ordenador, abrí Skype e Irene ya estaba conectada.
*Mensajes de Skype*
Ire03: Guapísima, ¿te abro vídeo ya?
MaríaB: Si quieres sí.
Abrió el vídeo.
*Conversación del vídeo*
Irene: Anda, pero si estás con tu churri.
María: Sí aquí estamos. Hola gente.
David: Te echo de menos.
María: Y yo, mucho, además.
Sergio: Buenas noches a todos. J
Mirian: ¿Presentamos a la gente, María?
María: Bien me parece. Jaja, pero a ver cómo.
Dani: Bueno, yo soy Daniel. Pero me puedes llamar Dani.
Sergio: Guay. Yo Sergio.
Los demás también se presentaron.
Leti: Ya estamos todos presentados. ¿Qué tal el viaje, reina?
Sergio: Se lo ha pasado llorando.
María: ¡Calla!
Y le pegué, sin hacerle daño, en el hombro a la vez que le sonreía.
Álvaro: Si no pasa nada. Nosotros hemos estado también poco bien porque te has ido.
Carlos: Sí, tenemos que vernos a menudo.
Alba: Ojalá viviésemos todos en la misma ciudad. Leti y yo, nos marchamos mañana.
Mirian: Y yo.
María: ¿Cómo que tú también, Mirian?
Mirian: Mi madre, que dice que vivir sola trae malas consecuencias. Mañana pillo un bus y a casa.
Sergio: Y ¿la beca?
Mirian: Nada, dice que es más importante mi salud que mis estudios.
Alba: Sigo pensando que es buena idea venirnos a vivir todos a una misma ciudad.
María: Sabéis que a mí no me importaría, pero Sergio vive aquí y yo ahora es cuando no me voy.
Blas: Enamorada de la vida.
Leti: Y vosotros, ¿ya habéis cenado?
Sergio: Sí, hemos ido a cenar a McDonald’s.
No podía más, tenía ganas de llorar. Le sentía muy cerca, solo la pantalla, y varios cientos de kilómetros nos separaban.
María: ¿Vosotros?
Dani: No tenemos hambre.
Sergio: Y ¿cuántos años tenéis?
Los chicos le dijeron la edad, Leti, Alba e Irene, también.
Sergio: Pues nada, aquí el mayor soy yo.
Y sonrió.
Irene: Te nos haces mayor, Sergio.
Me llamaron al teléfono.
María: Un momento, me llaman al móvil.
Salí al pasillo.
María: ¿Quién?
Patricia: Cariño, soy Patri.
María: Cielo, ¿qué tal?
Patricia: Pues bien, aquí ando. ¿Estás ya por Sevilla? Me encontré a Sergio y me dijo que estuviste en Madrid.
María: Sí, así es. Cuando quieras nos vemos.
Patricia: Sí porque yo ya me he pillado piso aquí.
María: Pues entonces, genial.
Patricia: Quieres que quedemos mañana. Tenemos que hablar.
María: ¿Ha pasado algo?
Patricia: Mañana te cuento mejor.
María: Perfecto. Luego te abro WA y quedamos.
Patricia: Te quiero mucho.
María: Y yo a ti.
Colgamos y volví al salón.
María: Lo siento chicos, me ha llamado una amiga.
Álvaro: Ya te empezábamos a echar de menos.
Sergio: Bueno, yo voy a recoger unas cositas. Te espero en la habitación cariño. Un beso a los demás. Nos vemos pronto.
Me dio un beso en la mejilla. Yo no pensaba en Sergio, sino en el otro chico.
Leti: Bueno María, si quieres vete con tu chico.
María: No. Luego iré. Ahora estoy hablando con vosotros y vamos a seguir con el Skype.
Blas: ¿Os ha pasado algo?
María: Que va. Pero no sé.
Carlos: ¿Qué no sabes?
María: Tengo que hablar con él. No sé. Estoy muy enamorada. Pero otro chico ronda mi cabeza.
Irene: ¿Tomás?
María: ¡Hala! ¿Qué dices? Da igual quien sea. El caso es que me vine aquí por él y ahora no sé qué es lo que siento.
Álvaro: Menudo panorama, bonita.
Dani: Yo creo que lo mejor es que vayas a dormir. Entre que no has estado con él varios días, que echas de menos a tus amigas y el viaje y todo, es normal que no te entiendas ni tú.
María: Bueno…
Leti: Venga, a dormir, princesa. Mañana antes de irnos Alba y yo, te llamamos, ¿vale?
María: Me parece perfecto.
Alba: Y aunque estemos fuera, haremos Skype’s todos.
María: Os quiero.
Apagué el ordenador y fui a la habitación esperando que Sergio no hubiese oído nada.
Sergio: Así que, ¿no sabes qué es lo que sientes?
Mierda. Lo había oído. Tal vez sería mejor hablar entonces.
María: No te voy a mentir. Ir a Madrid, habernos distanciado y todo. No sé. Yo te quiero muchísimo, pero no…
Sergio me besó.
Sergio: A mí no me ha importado la distancia, yo te quiero como el primer día. Y si tú algún día dejas de quererme te volveré a enamorar.
Entonces le abracé y caímos a la cama. Nos dormimos enseguida. Sonó el móvil de Sergio a las 8. Con cuidado se levantó, y salió al salón. Oí cómo hablaba con alguien.
Sergio: Sí, ahora no puedo. Llegó ayer por la tarde. No. Enserio. Luego te llamo, que creo que ha quedado. Un besito, guapa. Y yo.
Sergio me ocultaba algo. Con una chica. ¿Y si tenía algo con otra chica? Eso lo averiguaría, sin que él lo supiese. Entró en la habitación y me hice la dormida. Él se tumbó y me abrazó. Se durmió de nuevo. Al rato me levanté yo. No podía dormir. Fui al baño a ducharme. Mientras salía el agua caliente llamé a Patricia.
María: Cielo. ¿Quedamos desde por la mañana? He oído algo y quiero que lo sepas. Vale. A las 11. Perfecto. Te quiero.
Me duché, desayuné y me fui a vestir. Cuando entré a la habitación Sergio estaba con el móvil escribiendo algo, pero en cuanto me vio lo escondió haciéndose el dormido.
María: Sergio no hace falta que finjas que estás dormido. Sé que estabas con el móvil.
Sergio: Estaba mirando la hora.
María: Prefiero que no digas nada, antes de mentirme.
Sergio: Enserio te lo digo.
Salí de la habitación con la ropa.
Sergio: Eh, ¿qué te pasa?
María: No soy tonta, ni estoy sorda. Tú sabrás lo que haces.