Me pasé medio camino llorando. Le había
cogido muchísimo cariño a los chicos. La ilusión que tenía de ver a Sergio,
cada vez era mayor, pero la añoranza hacia David, Carlos, Álvaro, Dani y Blas
la superaba. No me entendía ni a mí misma. Dejé de llorar cuando quedaba escasa
media hora para llegar. Fui al baño a retocarme para que Sergio no notase nada.
Sergio sabía a qué hora iba a llegar y cuando el tren paró en Sevilla, ahí
estaba él, esperándome.
Sergio: Mi amor.
Me abrazó y me besó. Apenas le contesté con
un “hola” muy desanimada. No quería que Sergio lo notara, pero tarde o temprano
se iba a dar cuenta de algo.
Sergio: Vamos a casa, dejas la maleta, si
quieres te cambias y nos vamos a cenar por ahí. ¿Qué te parece?
María: Bien. Lo que tú quieras.
Me abracé a él. Nos fuimos a casa. Deshice
las maletas y nos fuimos a dar una vuelta.
Sergio: ¿Estás cansada del viaje?
María: Un poco.
Sergio: Es normal. ¿Te apetece ir a cenar
por ahí?
María: Me da igual
Sergio: Anda, vamos. Y me cuentas qué tal
todo.
Le abracé. Fuimos a un McDonald’s. Le conté
que Mirian ya estaba bien. Que había conocido a unos chicos majísimos y que
había ido a ver un partido del Castilla. Sabía que antes o después, él se iba a
enterar, nos grabaron a Tomás y a mí llegando y empezaron los rumores.
Sergio: Me alegro de que Mirian esté bien
ya. Y lo del Castilla, ya lo sabía. Te grabaron con un compañero entrando.
María: Ah, sí. Tomás. Le conocí aquí en Sevilla,
y cuando se enteró que estaba en Madrid, me llamó para llevarme a ver el
partido.
Sergio: Me parece genial, cielo.
Se lo había tomado bien. Sonó mi teléfono.
María: Ostras, es Irene. Se me había pasado
llamarla.
Sergio: Cógele.
Sonrió. Contesté.
María: Irene, guapa. Sí, he llegado hace un
ratito, pero entre recoger la ropa y eso, se me había pasado. Sí, el viaje
bien. ¿Hablamos luego? ¿Un Skype? Perfecto. Hasta luego, cariño. Besos para
todos.
Irene estaba con los chicos, Alba, Leti y
Mirian. Luego, en cuanto llegara a casa haría un Skype con ellos. Se habían
convertido en mucho para mí.
Sergio: ¿Qué tal estás preciosa?
María: ¿Por qué lo preguntas?
Sergio: Se nota que has llorado.
María: No voy a ocultártelo. He llorado
durante el viaje, sí, pero no sé por qué. Trátame de tonta, pero no lo sé.
Sergio: Tú, tonta, nunca. Algo tiene que
estar pasando por tu corazoncito para que llores.
María: Tal vez las ganas de volverte a ver.
La verdad es que no sabía si era por eso, o
porque, tal vez, me empezaba a gustar uno de los chicos. ¿Qué me estaba
pasando? Estaba más que enamorada de Sergio, pero, ¿me empezaba a gustar otro
chico? Algo no iba bien.
Sergio y yo nos fuimos a su casa.
Sergio: Bueno, ahora harás el Skype con tus
amigos, ¿no?
María: Haremos el Skype, tú y yo. Así les
conoces. Ya verás que buena gente son.
Sergio: Eso seguro.
Y nos besamos. Encendí el ordenador, abrí
Skype e Irene ya estaba conectada.
*Mensajes de Skype*
Ire03: Guapísima, ¿te abro vídeo ya?
MaríaB: Si quieres sí.
Abrió el vídeo.
*Conversación del vídeo*
Irene: Anda, pero si estás con tu churri.
María: Sí aquí estamos. Hola gente.
David: Te echo de menos.
María: Y yo, mucho, además.
Sergio: Buenas noches a todos. J
Mirian: ¿Presentamos a la gente, María?
María: Bien me parece. Jaja, pero a ver
cómo.
Dani: Bueno, yo soy Daniel. Pero me puedes
llamar Dani.
Sergio: Guay. Yo Sergio.
Los demás también se presentaron.
Leti: Ya estamos todos presentados. ¿Qué
tal el viaje, reina?
Sergio: Se lo ha pasado llorando.
María: ¡Calla!
Y le pegué, sin hacerle daño, en el hombro
a la vez que le sonreía.
Álvaro: Si no pasa nada. Nosotros hemos
estado también poco bien porque te has ido.
Carlos: Sí, tenemos que vernos a menudo.
Alba: Ojalá viviésemos todos en la misma
ciudad. Leti y yo, nos marchamos mañana.
Mirian: Y yo.
María: ¿Cómo que tú también, Mirian?
Mirian: Mi madre, que dice que vivir sola
trae malas consecuencias. Mañana pillo un bus y a casa.
Sergio: Y ¿la beca?
Mirian: Nada, dice que es más importante mi
salud que mis estudios.
Alba: Sigo pensando que es buena idea
venirnos a vivir todos a una misma ciudad.
María: Sabéis que a mí no me importaría,
pero Sergio vive aquí y yo ahora es cuando no me voy.
Blas: Enamorada de la vida.
Leti: Y vosotros, ¿ya habéis cenado?
Sergio: Sí, hemos ido a cenar a McDonald’s.
No podía más, tenía ganas de llorar. Le
sentía muy cerca, solo la pantalla, y varios cientos de kilómetros nos
separaban.
María: ¿Vosotros?
Dani: No tenemos hambre.
Sergio: Y ¿cuántos años tenéis?
Los chicos le dijeron la edad, Leti, Alba e
Irene, también.
Sergio: Pues nada, aquí el mayor soy yo.
Y sonrió.
Irene: Te nos haces mayor, Sergio.
Me llamaron al teléfono.
María: Un momento, me llaman al móvil.
Salí al pasillo.
María: ¿Quién?
Patricia: Cariño, soy Patri.
María: Cielo, ¿qué tal?
Patricia: Pues bien, aquí ando. ¿Estás ya
por Sevilla? Me encontré a Sergio y me dijo que estuviste en Madrid.
María: Sí, así es. Cuando quieras nos
vemos.
Patricia: Sí porque yo ya me he pillado
piso aquí.
María: Pues entonces, genial.
Patricia: Quieres que quedemos mañana.
Tenemos que hablar.
María: ¿Ha pasado algo?
Patricia: Mañana te cuento mejor.
María: Perfecto. Luego te abro WA y
quedamos.
Patricia: Te quiero mucho.
María: Y yo a ti.
Colgamos y volví al salón.
María: Lo siento chicos, me ha llamado una
amiga.
Álvaro: Ya te empezábamos a echar de menos.
Sergio: Bueno, yo voy a recoger unas
cositas. Te espero en la habitación cariño. Un beso a los demás. Nos vemos
pronto.
Me dio un beso en la mejilla. Yo no pensaba
en Sergio, sino en el otro chico.
Leti: Bueno María, si quieres vete con tu
chico.
María: No. Luego iré. Ahora estoy hablando
con vosotros y vamos a seguir con el Skype.
Blas: ¿Os ha pasado algo?
María: Que va. Pero no sé.
Carlos: ¿Qué no sabes?
María: Tengo que hablar con él. No sé.
Estoy muy enamorada. Pero otro chico ronda mi cabeza.
Irene: ¿Tomás?
María: ¡Hala! ¿Qué dices? Da igual quien
sea. El caso es que me vine aquí por él y ahora no sé qué es lo que siento.
Álvaro: Menudo panorama, bonita.
Dani: Yo creo que lo mejor es que vayas a
dormir. Entre que no has estado con él varios días, que echas de menos a tus
amigas y el viaje y todo, es normal que no te entiendas ni tú.
María: Bueno…
Leti: Venga, a dormir, princesa. Mañana antes
de irnos Alba y yo, te llamamos, ¿vale?
María: Me parece perfecto.
Alba: Y aunque estemos fuera, haremos Skype’s
todos.
María: Os quiero.
Apagué el ordenador y fui a la habitación
esperando que Sergio no hubiese oído nada.
Sergio: Así que, ¿no sabes qué es lo que
sientes?
Mierda. Lo había oído. Tal vez sería mejor
hablar entonces.
María: No te voy a mentir. Ir a Madrid, habernos
distanciado y todo. No sé. Yo te quiero muchísimo, pero no…
Sergio me besó.
Sergio: A mí no me ha importado la
distancia, yo te quiero como el primer día. Y si tú algún día dejas de quererme
te volveré a enamorar.
Entonces le abracé y caímos a la cama. Nos
dormimos enseguida. Sonó el móvil de Sergio a las 8. Con cuidado se levantó, y
salió al salón. Oí cómo hablaba con alguien.
Sergio: Sí, ahora no puedo. Llegó ayer por
la tarde. No. Enserio. Luego te llamo, que creo que ha quedado. Un besito,
guapa. Y yo.
Sergio me ocultaba algo. Con una chica. ¿Y
si tenía algo con otra chica? Eso lo averiguaría, sin que él lo supiese. Entró
en la habitación y me hice la dormida. Él se tumbó y me abrazó. Se durmió de
nuevo. Al rato me levanté yo. No podía dormir. Fui al baño a ducharme. Mientras
salía el agua caliente llamé a Patricia.
María: Cielo. ¿Quedamos desde por la
mañana? He oído algo y quiero que lo sepas. Vale. A las 11. Perfecto. Te
quiero.
Me duché, desayuné y me fui a vestir.
Cuando entré a la habitación Sergio estaba con el móvil escribiendo algo, pero
en cuanto me vio lo escondió haciéndose el dormido.
María: Sergio no hace falta que finjas que
estás dormido. Sé que estabas con el móvil.
Sergio: Estaba mirando la hora.
María: Prefiero que no digas nada, antes de
mentirme.
Sergio: Enserio te lo digo.
Salí de la habitación con la ropa.
Sergio: Eh, ¿qué te pasa?
María: No soy tonta, ni estoy sorda. Tú
sabrás lo que haces.
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