Llegamos antes de las nueve y media.
Subimos a las habitaciones y no acicalamos un poquito. Cuando dio la hora de
bajar estábamos listos. Bajamos y nos sentamos en corro en el jardincito del
albergue:
Monitor: Hoy como es el primer día, que
habéis venido de viaje y luego os han dejado tarde libre, y no sabemos si
habéis aprovechado para descansar o para mensajear por Madrid, la actividad
nocturna de hoy no va a ser muy cansada. Tal como estáis sentados, haremos
grupos de 10, y haremos un concurso de mímica. Cada grupo tendrá que escoger un
papel en el que se describe una acción. Esa acción se debe representar por los
10 componentes produciendo solo gestos, no vale hablar. Si uno habla, el grupo
queda descalificado. ¿Alguna duda? Bueno, pues hagamos los grupos.
Los profesores que habían venido a las
convivencias no participaron en la actividad. El chico guapo de mi clase, Hugo,
estaba sentado al lado de Julián, así que, en el grupo, nos tocó con él. Y
también con una chica que había repetido, Tamara.
Monitor: Que uno de cada grupo se levante,
y por sorteo empezarán las imitaciones. El grupo que antes adivine de qué se
trata gana tres puntos, si dice algo que no es pierde un punto. Gana el grupo
que al terminar las imitaciones, tenga más puntuación. Como somos 7 grupos
(éramos dos clases), los profesores anotarán los puntos que ganáis o perdéis.
Empezamos.
Lo hicimos bastante bien. Quedamos
segundos. Terminamos de jugar a las 11, pero nosotros aún no habíamos cenado.
Durante la actividad no podía parar de recordar cada abrazo que él me había
dado esa tarde.
Cristina: Maestra, ¿podemos ir a cenar algo
al Burger del centro comercial?
Maestra: Podéis ir, siempre y cuando a las
12 y media estéis en el albergue.
Cristina: Está bien.
Fuimos los 8 a cenar. Apenas cené, a pesar
de que tenía mucha hambre. Me llevé la cena a la habitación. Llegamos, avisamos
al tutor, y nos fuimos a las habitaciones. Me duché y salí a la terraza con los
demás. Habíamos pensado sacarnos varios colchones y pasar la noche todos juntos
en la terraza porque no hacía frío. Estuvimos hablando de los chicos.
Almudena: Me han caído genial. ¿Les
volvemos a ver antes de irnos?
María: Sí, he quedado con ellos en que
cuando sepa qué día tenemos libre, les aviso para volvernos a ver.
Anabel: Nos van a salir hasta en la sopa.
Cristina: ¿Todos los días que tengamos
libres les vamos a ver?
María: Solo si queréis.
Suspiré. Entré a por mi móvil. No podía
dejar de acordarme de sus palabras, de él. Le envié un Whatsapp:
“Gracias por hoy. Te echo de menos.”
No sabía porqué se lo había enviado pero
hacerlo me dejó más tranquila. Me recosté en el colchón y mientras los demás
seguían hablando yo seguía sumergida en mis pensamientos.
Bea: ¡María!
María: Dime.
Bea: Jó, te estamos llamando todo el rato y
tú ni caso, ¿en qué piensas?
María: No, nada, tengo sueño, solo eso.
Ángeles: Descansa, pequeña.
Me tumbé y me quedé traspuesta. Me despertó
un WhatsApp. Era de él:
“Princesa, las gracias a ti, por la pedazo
de tarde que me has hecho pasar. ¿Nos vemos mañana o aún no sabes nada? Te
quiero.”
Se me cayeron algunas lagrimillas. Los demás
ya estaban dormidos. Quité el sonido de mi móvil y miré alguna foto con él. Me
quedé dormida y en la pantalla quedó una foto nuestra dándole un beso en la
mejilla. Amaneció y nos despertamos. Nos vestimos y bajamos a desayunar.
Monitor: Bueno, hoy por la mañana os
dejamos libre, pero por la tarde haremos actividades deportivas en el
polideportivo.
Desayunamos y subimos a ponernos los trajes
de baño, pues pasaríamos la mañana tranquilos en la piscina. Cargué el móvil
porque se me había apagado de estar toda la noche con las fotos, y bajamos.
Anabel: ¿Y esta tarde qué haremos?
Almudena: Deporte y eso.
Isabel: Qué pereza.
Sonó mi móvil. Un Whatsapp, de él, otra vez.
“Buenos días, reina. Supongo que ayer te
quedarías dormida y no verías mi último WA. Solo espero que hayas descansado
mucho.”
Fui a contestarle cuando Patri me llamó.
Los exámenes le estaban saliendo bien, y había aprovechado que estaba en el
recreo para llamarme. Su prima llegaría esa tarde y se instalaría en el piso
donde vivíamos Patricia y yo. Le conté que había quedado el día anterior con los
chicos y lo que haríamos hoy. Colgamos y respondí al WhatsApp.
“Jó, así da gusto despertarse. Hoy tenemos
libre hasta las 14:00h. pero estos quieren pasar la mañana en la piscina del
albergue, y por la tarde haremos actividades deportivas. Espero que mañana nos
den libre, porque quiero verte.”
Apagué el teléfono, tenía que dejar de
pensar en él. Pasamos la mañana tomando el sol con más gente de clase, jugando
y bañándonos. Nos secamos, subimos a cambiarnos y fuimos a comer. Nos dejaron
una hora de libre después de comer, así que decidimos recoger un poquito la
terraza: seguía desordenada tal como la habíamos dejado de dormir afuera.